La mejora del comportamiento medioambiental es una apuesta cada vez mayor en la industria alimentaria, ya que una gestión adecuada de los recursos consumidos (agua, energía, etc…) y de los desechos generados (vertidos, emisiones y residuos) tiene una gran influencia sobre el ahorro de costes y la optimización de los procesos, permitiendo además la reducción del impacto ambiental generado y convirtiéndose en un elemento diferenciador para atraer a los consumidores con el valor añadido de la sostenibilidad.
Con la publicación de la nueva Norma ISO 14001:2015, aquellas industrias alimentarias que estén acogidas a dicha norma deberán mostrar, a lo largo del tiempo, la mejora de su desempeño ambiental
Ya en el año 2011, la FIAB (Federación Española de Industria de Alimentación y Bebidas), estableció, en un estudio realizado al respecto, cuáles eran los principales retos que en materia de sostenibilidad ambiental presentaba el sector alimentario. Dichos retos continúan hoy vigentes y se resumen en:
- Mejora en el consumo de agua. El agua en la industria alimentaria es un elemento indispensable, tanto en cantidad como en calidad. Puede formar parte del producto (ingrediente) o ser un elemento clave en los procesos de producción (limpieza, etc…), además de ser crucial para garantizar el cumplimiento de las normas de higiene establecidas. Por tanto, el principal reto de la industria alimentaria es reducir el consumo de agua en los procesos sin comprometer los requisitos de higiene. Hoy en día muchas empresas alimentarias están reduciendo sus consumos mediante el empleo de las MTD (Mejores técnicas disponibles) y la reutilización de agua, siempre en aquellos procesos autorizados por la normativa, tales como el riego de zonas verdes y procesos de limpieza específicos.
- Mejora en el consumo de energía. La producción alimentaria requiere tanto de consumos energéticos directos, empleados en los procesos productivos: procesos de alta temperatura (secado, pasteurizado…), funcionamiento de la máquina de procesado (ventiladores, bombas…) y procesos de almacenamiento a baja temperatura (congelación, refrigeración, etc…), como de consumos energéticos indirectos, originados por el transporte de los productos alimentarios a los clientes o centros de distribución. Cualquier mejora en dichos consumos revierte positivamente en la reducción de los GEI (Gases de Efecto Invernadero) producidos por el sector.
Los principales retos de la industria alimentaria a lo largo de los últimos años, en lo que a consumos directos se refiere, se han centrado en la mejora de la eficiencia energética y el trasvase a fuentes de energía renovables o menos contaminantes. A este respecto, el sector alimentario apostó fuertemente por procesos de cogeneración y el empleo de fuentes de energía renovables (biomasa,..), sin embargo, en los últimos años, este proceso se ha ralentizado debido a la incertidumbre y la falta de ayudas estatales al sector de las energías renovables.
Dentro del transporte, el sector aún tiene un gran margen de mejora. La industria alimentaria es un importante usuario del transporte por carretera, uno de los medios de transporte más contaminantes. Hasta la actualidad, las principales mejoras en este campo han ido orientadas a optimización de las frecuencias, de las rutas y de la ocupación de los camiones. Otras mejoras a considerar, de cara al futuro, pueden orientarse a empleo de combustibles menos contaminantes (biocombustibles, etc…), utilización de otros medios de transporte (ferrocarril, …) o fomentar la eco- conducción y la formación y sensibilización del personal.
- Gestión de residuos. Los residuos generados en la industria alimentaria están asociados tanto al propio proceso productivo (consumo de materias primas) como a los derivados del uso de envases y embalajes, esenciales para garantizar la calidad, seguridad e higiene de los alimentos.
El compromiso de la industria para reducir la generación de residuos en el proceso productivo pasa por la valorización de subproductos. Dado el elevado contenido en materia orgánica de muchos de los residuos generados en los procesos de la industria alimentaria, su empleo como materia prima en otros procesos tales como la alimentación animal, es una mejora importante a considerar.
El reto en la gestión de envases y embalajes se traduce en reducir los materiales de envasado sin comprometer la seguridad de los consumidores, así como fomentar la recuperación, el reciclado o la valorización de dichos envases frente a su depósito en vertedero. Para lograrlo la industria alimentaria colabora activamente con proveedores de material de envasado, promoviendo el eco-diseño y logrando una disminución, a lo largo de los últimos años, del peso de los envases en un 10 % y forma parte de los grandes sistemas de gestión integrada de material de envasado, ECOEMBES y ECOVIDRIO.
- Mejora en los vertidos de aguas residuales. La mayor parte de las industrias alimentarias generan aguas residuales caracterizadas por contener altos valores de materia orgánica y sólidos en suspensión. El reto de la industria alimentaria en materia de vertidos consiste básicamente en reducir su carga contaminante. Para ello, a lo largo de los últimos años, la inversión realizada por el sector alimentario en la depuración de sus aguas residuales ha sido muy elevada, repercutiendo además positivamente para la industria, en algunos casos, mediante la reducción del canon de vertido.
Aunque como se ha reflejado en este artículo el comportamiento ambiental de la industria alimentaria ha mejorado considerablemente en los últimos años, es conveniente que se siga apostando por la mejora de la sostenibilidad y lograr así alimentos, sanos, seguros y ambientalmente sostenibles.